Desde 1996 los coches vuelven a recircular una parte de los gases de escape hacia el motor

13.06.2024

Aunque no sepas de mecánica, es muy probable que hayas oído hablar de la válvula EGR y asocies este componente a averías. Lo cierto es que es una pieza que llevan casi todos los coches con motor de combustión y, efectivamente, suele ser sinónimo de problemas.

Este sistema comenzó a utilizarse en los años 70 y se popularizó a finales de la década de los 90, cuando fue obligatorio instalarla por la entrada en vigor de la normativa Euro 2 en Europa, en el año 1996.

En esencia, es un componente anticontaminación que sirve para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), tanto en motores diésel como en propulsores de gasolina.

Objetivo: reducir emisiones

Se llama EGR porque su nombre en inglés es Exhaust Gas Recirculation, que traducido al español significa recirculación de gases de escape. Y esa es, precisamente, la función de esta pieza: introducir en el motor parte de los gases resultantes de la combustión para que no se liberen a la atmósfera y se aprovechen en una nueva fase de combustión. De esta forma, la mezcla es menos rica en oxígeno y se reducen las emisiones de óxidos de nitrógeno. 

Por lo tanto, lo que hace la EGR es reciclar los gases que salen por el colector de escape y reintroducirlos en la cámara de combustión. ¿Cómo es posible? A través de una simple válvula que conecta el colector de escape con el conducto de admisión; esa válvula es la EGR.

Además de contribuir a reducir las emisiones de NOx, la EGR permite acelerar el calentamiento del motor, especialmente en los diésel, que necesitan más tiempo para coger temperatura.

Como los gases resultantes de la combustión ya están calientes, la mezcla de aire limpio y de estos gases que entra al motor cuando la EGR está abierta permite que el bloque se caliente más rápido de lo que lo haría únicamente con aire limpio.

Hay que hacer hincapié en que la válvula EGR esté abierta porque a veces permanece cerrada y no se produce esa mezcla de aire proveniente de los colectores de admisión y de escape. Lo normal es que la válvula EGR se abra cuando el motor está frío (al arrancar) y cuando se demanda poca potencia, es decir, cuando el motor funciona a baja carga, por ejemplo, en autovía.

El motivo de que esto sea así es sencillo: cuanto más frío es el aire que entra al motor, mayor es el rendimiento. Si ese aire está mezclado con el aire caliente resultante de la combustión, el rendimiento es menor, por lo tanto, cuando la EGR está abierta, la entrega de potencia no es óptima porque el aire que entra a la cámara de combustión tiene menos oxígeno.

Hace años, las válvulas EGR eran mecánicas y ahora están controladas electrónicamente por una ECU que decide cuándo deben abrirse y cerrarse en función de múltiples parámetros.

Además, las EGR modernas pueden tener un pequeño radiador para reducir la temperatura de los gases de escape que vuelven a la admisión y reducir las emisiones de NOx todavía más (a menor temperatura de la combustión, menos óxidos de nitrógeno).

El motivo de que los coches con motor de combustión lleven válvula EGR es puramente medioambiental. El problema es que este componente suele fallar y las averías de la EGR no son precisamente baratas.

Otra avería derivada de la EGR es la acumulación de carbonilla. Es la más habitual y se produce especialmente en los motores diésel, que son más propensos a crear carbonilla. Esta suciedad puede acumularse en la EGR y bloquearla, provocando los problemas que hemos mencionado si se queda abierta o un exceso de gases si se queda cerrada. 

Motores Mazda 2.2 SH con 120.000km. Motores con más presencia y problemas de carbonilla.
Motores Mazda 2.2 SH con 120.000km. Motores con más presencia y problemas de carbonilla.

Además, si se queda abierta, la carbonilla no solo se acumula en la EGR, sino también en la admisión, reduciendo el caudal de aire que entra a la cámara de combustión y provocando una pérdida de rendimiento, como sucede con las arterias del cuerpo humano y el colesterol. Si la combustión es más pobre, se produce más carbonilla, por lo que estaríamos ante la pescadilla que se muerde la cola.

Cuando un coche diésel circula mucho por ciudad y el motor gira frecuentemente a un régimen bajo, se produce más carbonilla, por eso los coches diésel que hacen muchos trayectos urbanos y poca carretera tienen más tendencia a que su EGR se quede atascada.

𝗘𝗻 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗱𝗮, a la vez que contaminamos menos, 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗿𝗯𝗼𝗻𝗶𝗹𝗹𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗰𝗿𝗲𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗰𝗲𝘀𝗼 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗺𝗯𝘂𝘀𝘁𝗶ó𝗻❟ 𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗶𝗻𝘁𝗿𝗼𝗱𝘂𝗰𝗶𝗱𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗶𝗮 𝗲𝗹 𝗺𝗼𝘁𝗼𝗿❟ 𝗼𝗰𝗮𝘀𝗶𝗼𝗻𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗮𝘃𝗲𝗿í𝗮𝘀❟ 𝗽𝗿𝗼𝘃𝗼𝗰𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗽é𝗿𝗱𝗶𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗻𝗱𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗺𝗼𝘁𝗼𝗿 𝗮𝗹 𝗶𝗺𝗽𝗿𝗲𝗴𝗻𝗮𝗿𝘀𝗲 é𝘀𝘁𝗮 𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗼𝗻𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝘆 𝗮𝗰𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗺𝗼𝘁𝗼𝗿.